Los castigos que se aplicaban a los presos en el Gulag eran desproporcionados: golpes y torturas de forma continua. Pero, además, el peligro no solamente procedía de los guardias sino que había que tener mucho cuidado con algunos compañeros, ya que podían ser soplones y colaboradores de los guardianes. Hubo presos que accedieron a cumplir estas tareas para poder mejorar su situación personal. Además, se generaban climas de tensiones y competición entre los propios presos para poder satisfacer sus necesidades, habida cuenta de la escasez de todo. Este clima favorecía los intereses de las autoridades
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