Entre 1954 y 1963 un centenar de homosexuales procedentes de todas las Islas Canarias estuvieron presos en la colonia agrícola penitenciaria de Tefía de Fuerteventura. El historiador Miguel Ángel Sosa califica esta colonia como un verdadero campo de concentración. La condena por ser homosexual oscilaba entre uno y tres años. Al terminar la condena no podían residir en su ciudad de origen y durante cinco años se estaba bajo vigilancia y acudir a firmar con carácter mensual, ya que si no se hacía se declaraba al infractor en búsqueda y captura.
Tefía reunió a homosexuales jóvenes, de entre 18 y 23 años. Debían picar piedra durante toda la jornada y sufrir no pocas humillaciones, dado que ser homosexual era un estigma. Esa vergüenza llevó a que no pocas familias olvidaron a sus presos homosexuales, frente al apoyo constante que los presos políticos siempre tuvieron de sus familiares.
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