El
bandolerismo, entendido como un fenómeno organizado y duradero, se
refiere a la existencia de un grupo de hombres armados enfrentados a la
legalidad establecida y que se rige por un código propio. El
bandolerismo se encuentra en los límites imprecisos de la frontera entre
la delincuencia y la rebelión social y política.
Desde
la Edad Media hasta el siglo XIX, el bandolerismo se asocia a los
problemas de las sociedades preindustriales, y tiene más importancia en
las coyunturas de crisis económicas, sociales y políticas. En el Medievo
podemos observar dos tipos de bandolerismo: el feudal, es decir el
protagonizado por la nobleza frente a los campesinos y los burgueses de
las ciudades; y el de los salteadores de caminos que empleaban la
violencia para poder sobrevivir. Las líneas que separaban a un tipo de
otro no fueron nunca muy claras.
Con
el reforzamiento del poder monárquico y la expansión económica desde
finales del siglo XV y, especialmente, en el siglo XVI, el bandolerismo
fue reprimido, tanto el protagonizado por las banderías nobiliarias como
el de los salteadores de caminos. Los Reyes Católicos combatieron a los
nobles levantiscos y pacificaron el campo a través del instrumento de
la Santa Hermandad.
Pero
el siglo XVII vio resurgir ambos tipos de bandolerismo por la crisis
económica y social. En Cataluña tenemos un claro ejemplo de su fuerza,
fenómeno que terminó por contagiarse a otras zonas de la Monarquía
Hispánica, especialmente a Valencia.
Siguiendo
con lo defendido en este artículo, el bandolerismo tiene, al menos en
el sur de Europa, no sólo su origen en el empobrecimiento de campesinos u
otros grupos sociales, sino que también es expresión del conflicto en
torno a la propiedad y el poder político. Fue una constante preocupación
de las autoridades del Antiguo Régimen y su represión fue muy
complicada, dada la maraña de jurisdicciones existentes y la no
disimulada complicidad de algunas oligarquías.
En
el siglo XVII, el despotismo ilustrado -otro momento de reforzamiento
del poder central- luchó contra el bandolerismo y no sólo a través de su
represión. Una de las varias razones que motivaron la promoción de las
Nuevas Poblaciones en el camino entre Madrid y Andalucía fue,
precisamente, combatir el bandolerismo, al repoblar un verdadero
desierto humano en torno a Sierra Morena.
El
bandolerismo más conocido por el público, dada la difusión que le
dieron los viajeros románticos y la literatura, es el que se dio en el
siglo XIX. De nuevo, asistimos a un fenómeno difuso entre la lucha
política o militar y la delincuencia cuando surge la guerrilla frente a
los ejércitos franceses en la guerra de la Independencia porque algunas
partidas guerrilleras practicaron el bandolerismo. Además, al terminar
la contienda, algunos antiguos guerrilleros se convirtieron en famosos
bandoleros. Estaríamos en una especie de época dorada del bandolerismo
con personajes como José María, el Tempranillo; Jaime, el Barbudo o Luis
Candelas.
El
poder intentó reprimir el bandolerismo, siendo su principal instrumento
la Guardia Civil, con notables éxitos, aunque a finales del reinado de
Isabel II y durante el Sexenio volvió a incrementarse este fenómeno,
especialmente en Andalucía. Este bandolerismo decimonónico se mueve,
como no podía ser de otra manera dada la ambigüedad del fenómeno, entre
la aureola del héroe romántico que lucha contra el poder, ya sea
extranjero, ya del nuevo estado liberal, y la delincuencia de signo casi
mafioso en relación con el poder caciquil.
Buenas, profesor.
ResponderEliminarUno de los bandolerismos más conocidos es el de Andalucía que se remonta a la Antiguedad.
Lee el artículo.
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