En el momento en que los norteamericanos tomaron las Islas Marianas, el territorio japonés podía ser alcanzado sus bombardeos. Eso motivó que, en el verano de 1944 las autoridades japonesas decidieran emprender una operación de evacuación de gran envergadura. Unos cuatrocientos mil niños en edad escolar fueron trasladados de las ciudades al campo. Esto permitió poner a salvo a los niños cuando comenzó la pesadilla de los bombardeos destructivos pero la vida de los evacuados no fue fácil, ya que las alertas aéreas fueron continuas y la alimentación no fue muy buena. La malnutrición hizo mella en muchos evacuados. Para poder completar su dieta los niños recolectaban hierbas y verduras de los alrededores al terminar sus clases. Otro de los problemas era el de la higiene. Pero, sin lugar a dudas, el principal problema de los niños evacuados era el temor por sus padres que habían dejado en las ciudades, constantemente castigadas por los bombardeos.
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Nota: para la elaboración de este texto nos hemos basado en el coleccionable sobre La Segunda Guerra Mundial, en el tomo II dedicado a Japón en Guerra (volumen 72), de Times-Life Books, publicado en España por Ediciones Folio, 1998).
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