En la guerra civil no se produjo una verdadera liberación de la mujer. En la zona republicana la incorporación de las mujeres al mundo laboral y a otras facetas de la vida política, social y de la lucha estuvo condicionada por las necesidades bélicas. En todo caso, su posición en dicha zona era más importante que en la del bando sublevado donde comenzó a aplicarse el modelo falangista-católico de mujer subordinada al hombre. Este modelo se impuso, claramente, durante la dictadura franquista.
La situación de la mujer no comenzó a cambiar en España los años sesenta cuando el país sufrió una fuerte transformación socioeconómica: modernización social, turismo e industrialización. En 1960 se aprueba la Ley de Derechos Políticos Profesionales y Laborales de la Mujer. La situación de cambio obligó a introducir esta reforma para permitir que la mujer se pudiera incorporar a la vida laboral fuera del ámbito doméstico.
Como pioneras del movimiento feminista aparecen figuras como Lidia Falcón, autora de obras como Cartas a una idiota española y Mujer y Sociedad, así como María Aurelia Capmany con su libro La donna en Catalunya. En estas obras se denuncia la situación de discriminación que sufren las mujeres españolas. Es el comienzo de creación de grupos feministas vinculados a organizaciones políticas, como el Movimiento Democrático de Mujeres, cuyos orígenes debemos encontrarlos en los grupos de mujeres solidarias con los presos políticos del franquismo.
Con la llegada de la democracia el feminismo español alcanza un evidente auge. En diciembre de 1975, recién fallecido el dictador, tienen lugar las Primeras Jornadas Nacionales para la Liberación de la Mujer. Se van a definir dos corrientes del feminismo: uno más radical, que expresaba la necesidad de mantener un movimiento estrictamente feminista, independiente de partidos, sindicatos y organizaciones políticas; y un feminismo que buscaba la reivindicación feminista pero vinculándola con la lucha por la democracia y las libertades en España.
En la segunda mitad de la década de los setenta se crearon numerosas organizaciones feministas en toda España, encuadradas en la Coordinadora de Organizaciones Feministas de Barcelona o en la Plataforma de Organizaciones Feministas de Madrid.
Por fin, la democracia estableció una serie profunda de revisiones legales a favor de la igualdad de la mujer: el artículo 14 de la Constitución Española de 1978 establece dicho principio, las leyes del divorcio y del aborto, etc.., aunque el camino hacia la igualdad aún no ha terminado, como lo demuestran las diferencias salariales y laborales, la violencia de género y la persistencia de ciertas mentalidades y clichés.
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