Así comienza el artículo "Ante el pelotón" de Ramón Lobo en el diario "El País":
"Morir ante un pelotón de fusilamiento tiene una cierta poética y un aura de heroicidad, quizá porque está asociado al Ejército y a la guerra, y, sobre todo, a los perdedores y al cine. Por eso Sadam Husein solicitó ser fusilado. Quería ser grande en el último instante. Consideraba que era el método adecuado a su condición de presidente de Irak, un título al que nunca renunció. Sus enemigos no solo le negaron el privilegio sino que le ejecutaron por ahorcamiento el 30 de diciembre de 2006, como un criminal cualquiera. El dictador iraquí recibió el mismo trato que él dio a sus opositores más destacados, porque los otros, la mayoría, solo desaparecían."
Ver:
http://www.elpais.com/articulo/internacional/peloton/elpepiint/20100619elpepiint_8/Tes
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