En el año 1910 Corea se incorpora al Imperio japonés con el rechazo completo de la población. Las ideas sobre el fin del colonialismo en los Catorce Puntos del presidente Wilson animaron los deseos independentistas de la población, y que se plasmaron en una impresionante manifestación en el año 1919. En este clima nace el "Movimiento 1 de marzo" que defendía, desde presupuestos democráticos, la independencia de Corea. Ese año fue intenso porque en Shangai se creó un gobierno coreano en el exilio.
Los japoneses, desde su perspectiva imperialista, establecieron una serie de medidas desastrosas para Corea. Una de las decisiones más duras fue la prohibición del idioma. En cuestiones económicas todo el país se subordinó al esfuerzo imperial y de guerra de Tokio. Casi todas las exportaciones eran absorbidas por Japón, tan pobre en recursos naturales. La mitad del arroz producido era destinado para abastecer a la población japonesa con las terribles consecuencias que eso trajo consigo para la economía y para la alimentación de los coreanos. Hubo que buscar cultivos y alimentos alternativos como el sorgo y el mijo.
Pero, sin lugar a dudas, la peor de las herencias dejadas por el imperialismo japonés fue la cuestión de las esclavas sexuales en la guerra, a la que hemos dedicado un artículo monográfico anteriormente.
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