En estos días nos estamos centrando en las condiciones laborales, salariales y de vida de los trabajadores y de las trabajadoras, tanto en España como en otros lugares, en los siglos XIX y XX. También fueron víctimas de un sistema que sólo perseguía el lucro, producir más, y la máxima productividad olvidando el factor más importante, el humano, el de los trabajadores y trabajadoras.
En este nuevo artículo vemos, de nuevo, la situación del trabajo femenino:
"Los que tenéis esposas o hijas en estas cabernas llamadas fábricas y veis llegar por la noche fatigadas después de once horas de trabajo y que como compensación a tan horrenda jornada os dicen que el trabajo les va mal, que les han bajado el salario, que aquella semana ganarán muy poco, que es intolerable lo que se abusa con ellas, vosotros, repito, que oís de vuestros queridos seres unas quejas tan amargas, y tan justas, ¿no os remuerde la conciencia? (...)
(...) es la mujer la más explotada de todos los explotados y por lo tanto merecedora que su liberación sea en lugar preferente, y de todas las mujeres, es sin duda alguna la del arte fabril la que sufre más penalidades, tanto por su larga jornada como por sus condiciones de trabajo".
"El sindicalista" (1912)
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