Jan Palach fue un joven de 21 años que se suicidió el 16 de enero de 1969 en la plaza de San Wenceslao de la ciudad de Praga; se prendió fuego. Palach pretendía demostrar su protesta contra la invasión de Checoslovaquia del año anterior y que terminó con la "Primavera de Praga".
Palach se convirtió en todo un símbolo en todo el país. Muchas personas acudían al cementerio al poner flores. Este hecho hizo que la policía secreta destacara agentes en el cementerio para identificar a los presentes, ya que, sin lugar a dudas estas ofrendas eran un gesto político pacífico de protesta. En el año 1973 para terminar con estas peregrinaciones se exhumó el cadaver y se incineró, sin contar con ningún permiso de familiares y/o allegados (es impresionante como las dictaduras disponen no sólo de la vida de las personas, sino también de los cuerpos de los muertos).
En la actualidad hay un monumento que recuerda quién fue Jan Palach.
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