Desde el comienzo del siglo XX la historia de los cosacos en Rusia se hace intensa y controvertida, verdugos y víctimas de situaciones distintas, y todo ella marcada por la violencia.
En los inicios del siglo eran unos cinco millones de habitantes, y de ellos, 300.000 servían en el ejército del Zar. Fueron tropas muy leales durante la Revolución de 1905, y se destacaron en la represión de las manifestaciones obreras y en levantamientos de campesinos. Sus cargas a caballo con espadas y látigos fueron devastadoras, así como las ejecuciones sumarias de detenidos. Además, fueron protagonistas de no pocos progromos contra los judíos.
En la Revolución de 1917 engrosaron las filas de los rusos blancos cuando estalló la guerra civil. Seguían fieles a su postura anterior y, además, porque el Ejército Rojo se destacó en la persecución de los cosacos, como demuestra la matanza que sufrieron los del Don en el año 1919.
Al terminar la guerra, el nuevo estado soviético terminó con el estatuto de autonomía que los cosacos gozaban por concesión de los zares. En febrero de 1920 se organizó el denominado Congreso de los Cosacos Pobres para que proclamasen que no eran ni un pueblo ni una nación sino parte del puebo ruso. Sus tierras fueron colectivizadas. Algunos pudieron mantener el atamanato del pasado pero el atamán era nombrado por la autoridad soviética. Se prohibió el atuendo cosaco y se persiguió con dureza cualquier intento de rebelión o separatismo. Stalin dispuso que muchas comunidades cosacas fueran deportadas a Siberia. Pero la invasión nazi provocó un cambio de política por parte de Moscú. Ante la necesidad de contar con todos los recursos humanos disponibles, Stalin rehabilitó a los cosacos y fueron movilizados en unidades militares propias hasta con sus propios uniformes y condecoraciones del pasado. En caballería fueron, como era tradición, muy operativos y eficaces.
Pero no todos los cosacos acudieron en ayuda de la URSS y algunos decidieron engrosar las filas de los ocupantes alemanes. Se creó la división cosaca bajo las órdenes de Von Pannwitz, un ruso blanco exiliado. Estos cosacos combatieron, también en Yugoslavia contra los partisanos, y hubo cosacos en el frente italiano y en Francia. Cuando la guerra iba evolucionando en contra los alemanes, los cosacos se fueron retirando hacia Austria. En el momento de la rendición lo hicieron a los británicos con la esperanza de poder salvar sus vidas, pero fueron entregados a los soviéticos. Ante una muerte segura muchos decidieron suicidarse con sus familias, ya que los cosacos llevaron a sus familias a los frentes donde eran destinados. Los que no lo hicieron fueron tratados brutalmente y ejecutados, mientras que sus familias fueron deportadas a Siberia.
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