El pueblo armenio ha sufrido terribles azotes en su historia contemporánea. A finales del siglo XIX en el este de Anatolia se produjeron matanzas y expulsiones de la población armenias por el poder turco, en una mezcla de causas religiosas y políticas. Entre los años 1894 y 1896 se asesinó a unos 250.000 armenios.
El siguiente período de persecución a los armenios se dio en la I Guerra Mundial. Ante las derrotas militares de los turcos los armenios fueron alentados por Rusia, pensaron que podían separarse del Imperio y alcanzar la tan deseada independencia. Pero Turquía no iba a tolerar ningún intento de que se desmembrara su Imperio. Se desarmó a los armenios que había en el ejército turco y fueron ejecutados o deportados. Pero, además, se expulsó a poblaciones enteras, se les quemaron sus casas y tierras, y se les envió al desierto sirio. Se calcula que esta deportación afectó a más de un millón de personas. La mitad murió en el camino del destierro por las penosas condiciones de este traslado, especialmente a causa del hambre. Una parte se salvó y huyó a Rusia.
Se calcula que hacia 1918 quedaban vivos unos 120.000 armenios en Turquía. La cuestión de las cifras en relación con las matanzas ha generado un debate entre los historiadores pero, más o menos, se piensa que entre todas las persecuciones, deportaciones y matanzas que sufrieron los armenios, murieron dos millones de personas.
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