Los primeros campos de concentración se dieron en la guerra de Cuba por parte del general Weyler, y luego en la Guerra de los Boers. En este artículo trataremos de los segundos.
En principo los campos pretendían dar refugio a la población que había sufrido la destrucción de sus granjas pero el general Kitchener cambió la idea al convertirlos en cárceles. Se crearon cuarenta y cinco campos para los boers, y sesenta y cuatro para los africanos negros.
Este cambio de sentido de los campos perseguía, según la nueva política del general Kitchener, privar a los boers del apoyo de la población civil rural. Mandó multiplicar la construcción de campos en las colonias del Transvaal y en el Estado de Orange. Así pues, la mayor parte de la población boer internada estaba compuesta por niños, mujeres y ancianos, mientras que los varones prisioneros eran conducidos a campos en el extranjero. Los concentrados africanos negros eran considerados mano de obra barata.
Estos campos estaban mal equipados y dotados. La falta de higiene y la mala administración produjeron la muerte de más de veinticinco mil boers y unos veinte mil africanos negros. El tifus, la disentería y el sarampión hicieron estragos, mientras que la atención médica era insuficiente.
Una de las personas que más luchó por denunciar y mejorar la vida de los concentrados fue Emily Hobhouse, delegada de la Fundación para Mujeres y Niños Surafricanos damnificados. Su denuncia provocó la creación de la Comisión Fawcet, que visitó los campos y confirmó lo que había expresado Hobhouse, estableciéndose una serie de mejoras en la alimentación, en la higiene y en las instalaciones médicas, bajando significativamente la tasa de mortalidad.
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