Tenemos que ser conscientes que cuando el Senado veneciano asignó a los judíos el geto nuovo estaba, sin saber las consecuencias, estaba contribuyendo al lenguaje de la segregación, ya que, al final toda Europa terminaría empleando este término de gueto para los barrios de los judíos.
El crecimiento demográfico del ghetto nuovo y del ghetto vecchio hizo que, en el siglo XVII, se creara el ghetto nuovissimo. Pero eso no solucionó el problema de hacinamiento que siempre pesó sobre el gueto; de ahí que la altura de su edificios fuese la más elevada de toda Venecia, rozando la temeridad arquitectónica.
Los judíos no podían salir del gueto de noche ni durante las fiestas religiosas cristianas. Debían llevar distintivos: un círculo amarillo, después fue una especie de turbante, y al final un sombrero, primero amarillo y luego rojo.
En el gueto funcionaba una administración propia, aunque había un magistrado de la ciudad encargado del control del mismo. El gueto siempre fue un lugar de animada vida económica y social: tiendas, sastrerías, despachos de préstamos, carnicerías y panaderías donde se preparaban los alimentos según las prescripciones religiosas judías, asociaciones de beneficiencia, dada la solidaridad entre los judíos, y sinagogas, aunque se denominaban schole, por analogía con las cofradías cristianas. Las sinagogas se instalaban en la parte superior de edificios no muy ostentosos, aunque en su interior reinaba el lujo. En el Campo del Ghetto Nuovo, verdadero núcleo comercial, se podía asistir, en ciertas ocasiones, a representación teatrales, acorde con la pasión veneciana por el teatro y el espectáculo. También, se participaba en el Carnaval.
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