lunes, 22 de marzo de 2010

Los maestros fusilados de León y el testimonio de Laurentino

A finales del pasado mes de agosto nos llegó la noticia del hallazgo de los restos de María de los Desamparados Blanco y de Eusebio González, maestros ambos en León, y fusilados en Lario el 30 de septiembre de 1939. El hijo de María de los Desamparados, Laurentino, un anciano de 91 años, ha podido rescatar a su madre:

"Es un momento alegre, pero también triste. Me he emocionado mucho, aunque no quería. Estoy contento por haberla encontrado pero me duele mucho lo que sufrió. Hay vecinos que me han contado que la oyeron gritar y dicen que uno de los asesinos llegó a casa con la cara llena de arañazos y que, cuando su mujer le preguntó qué le había pasado, respondió: "vengo de pelar con la maestra Burón. No me duele su muerte, porque todo el mundo tiene que morir, pero me duele mucho su sufrimiento. Me ha dolido siempre, durante la guerra, en Rusia... Nunca he dejado de pensar en ella. La he llevado en el corazón estos 73 años".

http://www.elpais.com/articulo/espana/Hallados/restos/maestros/fusilados/Leon/elpepuesp/20090828elpepunac_7/Tes

Insertamos la noticia donde Laurentino explica el final de su vida. Los testimonios de los que aún viven son muy importantes:
Vinieron a buscarla la noche del 30 de septiembre del 36..."
Laurentino, de 91 años, recuerda a su madre, la maestra fusilada que los arqueólogos buscan en León
NATALIA JUNQUERA - Madrid - 27/08/2009
Mientras esperaba, nervioso, alguna noticia de los arqueólogos que arañaban la tierra buscando los restos de su madre, María de los Desamparados Blanco, Laurentino, de 91 años, explicó quién era aquella mujer y cómo había acabado en aquella fosa de Lario (León) con otro maestro, Eusebio González, al que prácticamente acababa de conocer:
"Los fascistas vinieron a buscarla la noche del 30 de septiembre de 1936. Yo estaba durmiendo. Me despertó y me dijo: Mañana estoy aquí. Tú tranquilo. Los fascistas le habían dicho que necesitaban llevársela para que declarara en León en el juicio de otro maestro. Mi padrastro vio cómo la subían en un coche con otro maestro, Eusebio, totalmente pálido. Cuando ella quiso volver a entrar en casa a por dinero, Eusebio le dijo: María, donde vamos, no lo vas a necesitar. Mi padrastro oyó aquello. Antes de marcharse, los fascistas le dijeron: Y mañana vamos a por ti."
El padre de Laurentino, militar, había desaparecido en el desastre de Annual, la derrota militar española ante los rifeños en 1921. "Yo tenía entonces tres años. A los nueve, declararon a mi padre muerto, a mi madre viuda y a mí, huérfano militar", cuenta. Su madre, que había creado un colegio para niñas y daba clases de piano a las familias pudientes de la zona, se casó poco después con otro maestro. "Al día siguiente de que mataran a mi madre fui en bicicleta a ver al jefe local de Falange, a Riaño. Le expliqué que mi padre había muerto en Marruecos, que a mi madre la habían matado la noche anterior y que a mi padrastro estaban a punto de hacerlo también. Me dijo: vete tranquilo. Y paró la ejecución".
Fue la primera vez que le salvó la vida a su padrastro. La segunda fue cuando se alistó en la División Azul para interceder por él. "Había desertado del ejército y estaban a punto de procesarlo". Iba a caerle una pena de muerte o 30 años. Al final lo liberaron.
La División Azul era un salvoconducto para el resto de la familia. "Yo conocí a un comunista que se había alistado para salvar a su padre", cuenta.
Sin embargo, Laurentino iría poco a poco perdiendo relación con aquel hombre al que había librado de la muerte en dos ocasiones. "Se me metió en la cabeza que a mi madre la habían matado por las ideas de él".
Y hubo un día que estuvo a punto de tomarse la justicia por su mano. "Al volver de la División Azul, como tenía algo de dinero, cogí un taxi y me fui al bar de la familia que creía que había denunciado a mi madre. Llevaba una bomba y una parabellum y entré dispuesto a hacer una barbaridad, pero el taxista me convenció..."
Algunos vecinos le contaron después que además de aquella familia, también estaba implicado el cura del pueblo y que oyeron a su madre rezar antes de ser fusilada. "Era muy católica. No faltaba un día a misa". "Uno de los asesinos le quitó la ropa y se la regaló a su mujer, porque luego la vieron por el pueblo paseando con el abrigo de mi madre. Ojalá esté aquí".

http://www.elpais.com/articulo/espana/Vinieron/buscarla/noche/septiembre/36/elpepuesp/20090827elpepunac_1/Tes

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