Por derrotismo, el Diccionario de la Real Academia entiende “la
tendencia a propagar el desaliento en el propio país con noticias o ideas
pesimistas acerca del resultado de una guerra o, por extensión, acerca de
cualquier otra empresa”. En todas las guerras, los gobiernos y ejércitos han
perseguido con dureza a los derrotistas. La República estableció el derrotismo
como delito en un decreto de 22 de junio de 1937. Lo definía como la difusión de
noticias o juicios desfavorables en relación con las operaciones militares y a
la autoridad, así como la difusión de noticias favorables del enemigo o sobre la
conveniencia de pactar o buscar acuerdos con él. La concepción del delito era
más amplia, ya que incluía los actos o manifestaciones que tendiesen a deprimir
la moral general o del ejército.
En el bando de los sublevados, el derrotismo también fue
perseguido. En un bando del 28 de julio de 1936, es decir, al poco tiempo de
comenzar la guerra, se establecía que se castigaría a quienes propagasen
noticias falsas o tendenciosas que buscasen quebrantar el prestigio de las
fuerzas militares y de quiénes luchaban.
Creemos que el estudio del derrotismo, de sus motivos, su
influencia real y la composición social de los considerados como derrotistas es
importante. En el caso republicano sabemos más de este fenómeno: uno de los
objetivos de la Quinta Columna era, precisamente, el fomento del derrotismo.
Pero, además, conocemos las posturas más o menos derrotistas de algunos
personajes de primera y segunda fila, especialmente, cuando fueron conscientes
de las dificultades o imposibilidades de ganarla. No tenemos conocimiento de que
se hayan realizado estudios sobre el derrotismo en el bando franquista pero
sería interesante poder conocer sí existió y en qué grado.
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