Poco a poco nos vamos acercando en este blog a la historia de los indios norteamericanos, de sus relaciones con el hombre blanco, de los sufrimientos padecidos, y de los movimientos que han surgido reivindicando sus derechos. Ya hemos dedicado unos primeros artículos, al respecto. En este nuevo trabajo estudiaremos el caso de los métis canadienses.
Los métis eran los descendientes de europeos e indios que se establecieron, especialmente en Manitoba, a comienzos del siglo XIX. Eran cazadores de búfalos, y proveían a la North West Company.
Cuando las grandes manadas de búfalos desaparecieron los métis perdieron su principal medio de vida. Se les prometió un millón y medio de acrees de tierra como alternativa pero la llegada de colonizadores europeos en el comienzo de la década de 1870 impidió esa concesión. Los métis se rebelaron el 16 de noviembre de 1885, dirigidos por Louis Riel. El fracaso de la rebelión provocó la dispersión de la población, y la pérdida de su influencia política. El nuevo siglo comenzó de forma sombría para esta minoría. Pero, poco a poco, comenzó a nacer entre la población de los métis la necesidad de organizarse. En 1930 plantearon formalmente sus exigencias. En 1936 aparece una obra capital: la History of the Métis Nation in Western Canada, de A. H. de Tremaudan. Esta libro dignificaba a la minoría estudiando su historia. En este clima se abrió una investigación pública en Alberta sobre sus reivindicaciones. Otro momento de resurgimiento reivindicativo tuvo lugar en los años sesenta cuando sus reivindicaciones se unieron a las de los otros pueblos indígenas: los indios canadienses, y los inuit. Los gobiernos canadienses comenzaron a tener en cuenta sus exigencias: el reconocimiento de sus identidades específicas, y las reclamaciones sobre las tierras.
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