El franquismo robó niños y robó cadáveres con total impunidad, habida cuenta de la inexistencia de un estado de derecho. En este blog hemos dedicado atención al primer caso, y algo menos al segundo. En los próximos artículos nos detendremos en el robo de cadáveres con destino al Valle de los Caídos.
El monumento levantado en la sierra madrileña supone uno de los ejercicios no ya más grandes de megalomanía de un dictador, asunto que ahora nos interesa menos, sino un atropello contra ciudadanos y ciudadanas de este país. El franquismo fusiló a muchos de sus oponentes, los dejó enterrados en fosas comunes o en zanjas en cunetas y descamapos, o los robó a sus familiares y se los llevó al Valle de los Caídos. Y hay que decir que fue un robo porque muchas de esas familias no dieron nunca su consentimiento, y hasta hace muy poco no lo sabían, como es el caso de la familia leridana de Joan Colom, cuyo caso nos relata el diario "Público". El abuelo no estaba en una esquina del cementerio de Lleida, como siempre habían creido desde hace décadas. Allí iba la familia, allí iba su hija a llevarle flores. No, allí no estaba. Hace quince meses la familia se enteró por una investigación histórica que sus restos estaban a cientos de kilómetros de allí, en el Valle de los Caídos. El franquismo llevó un registro meticuloso de lo que hacía, gran ventaja que se nos ha legado para conocer cada día los desmanes permanentes que cometió. Y por esos archivos se ha sabido donde descansa el abuelo, al lado de sus verdugos. Ignominia sobre ignominia. La hija se derrumbó pero la familia prefiere saber la verdad. Están documentados quinientos casos así.
¿Denunciar esto y actuar es abrir heridas del pasado?
La noticia en:
http://www.publico.es/256333/congreso/debate/futuro/cuelgamuro
coño
ResponderEliminarEsas cosas pasaban en España.
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