miércoles, 18 de marzo de 2009

La labor de Nightingale en Scutari

La labor de Nightingale es de tal magnitud que merece una mayor atención. Este artículo se centra en su trabajo en Scutari, en la guerra de Crimea.
El ministro Sidney Herbert estaba escandalizado de los informes publicados en The Times sobre el estado lamentable del hospital de Scutari. Entonces, pensó en Nightingale, a la que conocía, y sabía de su trabajo, para que marchara a poner orden en dicho hospital. Nuestra protagonista aceptó el encargo y se puso a reclutar enfermeras con cierta experiencia hospitalaria. Lo consiguió, y el The Times organizó una suscripción nacional para sufragar todos los gastos.
En Scutari Nightingale descubrió que, en teoría, era un hospital muy bien dotado de todo, tanto en recursos humanos como materiales, pero la burocracia había impedido que el material sanitario fuera desembarcado. El hospital era un caos y un foco de infecciones, provocadas por patios donde se pudrían animales muertos, llenos de escombros y fango. Además, faltaban mesas para operar, la ración del agua era escasísima, no había combustible, abundaban los instrumentos y materiales en mal estado o estropeados, había una plaga de piojos y otra de cucarachas, las letrinas se habían colapsado, por lo que la disentería, las diarreas y el cólera eran casi más graves que las heridas de guerra entre los internos. Estos enfermos estaba acostados en catres sin sábanas, encima de colchones de paja impregnada de los orines y las heces de sus ocupantes. Debía ser una escena impresionante.
Pero no eran los únicos problemas a los que había que enfrentarse. Los médicos militares eran contrarios a la presencia y trabajo de civiles y, por supuesto, de mujeres en sus hospitales. Ante la negativa, Nightingale tuvo que tragarse el orgullo y se puso a trabajar con sus compañeras en la elaboración de vendas, sábanas, cabestrillos, y demás material, así como en organizar la cocina para mejorar la higiene y la alimentación de los enfermos. Para ello, usó de los fondos que administraba y compró lo necesario en Constantinopla. Pero sin el permiso de los médicos poco más podía hacer, ni podía acercarse a los enfermos.
Pero la riada de heridos producidos por las batalla de Balaclava del 25 de octubre de 1854, y la de Inkerman, unos días después, cambió la situación. El hospital se desbordó y los médicos cedieron, la ayuda de las enfermeras era necesaria. Eso no quita que los conflictos cediesen pero Nightingale no se rindió jamás, y además de ser una infatigable trabajadora, era una excelente administradora y previsora ante las contingencias que iban apareciendo. Se pasó muchas noches redactando informes y lanzando proyectos de mejora, además de su labor sanitaria.
En ayuda de nuestra enfermera llegó un famoso cocinero de Londres, Alexis Soyer, que revolucionó la cocina del hospital para dar de comer a los cada día más heridos y enfermos de diversas dolencias como el escorbuto, la desnutrición o el cólera.
Las denuncias de Nightingale, el reconocimiento a su labor por la reina Victoria, y el apoyo de la prensa, tuvieron su fruto, ya que se creó una Comisión Sanitaria que visitó el hospital de Scutari. Y sus integrantes pudieron hacer lo que la enfermera había pedido y no había podido realizar: el saneamiento integral del hospital.
Arreglado este problema, Nightingale descubrió otra de sus facetas, la humana. Consideraba que los enfermos y heridos merecían un trato mejor que el que recibían como soldados por los oficiales. Para ello, lanzó una campaña de alfabetización, ya que muchos de estos soldados no sabían ni leer ni escribir, dada su humilde extracción social, compró libros para crear una biblioteca, organizó coros y grupos de teatro, y organizó un sistema para que parte de la soldada llegara a las familias en Gran Bretaña. El soldado comenzó a ser visto como un héroe y no como una bestia a domar por el látigo.
Unos días antes de terminar el conflicto bélico, el gobierno de Su Majestad reconoció la labor de Nightingale como superintendente de las enfermeras de todos los hospitales militares en campaña. No cabe duda, que estamos hablando de una mujer excepcional en la Historia, por su trabajo, por su inicitiva y porque rompió con muchas barreras discriminatorias en la sanidad.

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