Los kurdos son un pueblo que habita en una amplia zona entre los estados de Turquía, Irán, Irak, Siria y Georgia. La mayor parte de la población kurda vive en Turquia, y luego en el resto de los países mencionados. Seguramente, se trata del pueblo más numeroso de la Tierra sin un estado propio.
El sentimiento nacionalista kurdo nació en la crisis del Imperio Otomano en el siglo XIX, al igual que el de otros pueblos que dependendían de Estambul. El establecimiento de un Kurdistán independiente se fijó en el Tratado de Sèvres, al terminar la I Guerra Mundial. Este Tratado fue firmado entre los aliados y el Imperio Turco, derrotado como aliado de Alemania y Austria. Este Tratado es muy importante por sus consecuencias en la desmembración del poder otomano en el este europeo y en el Próximo Oriente. Por el mismo, el Imperio tuvo que ceder Edirne, Tracia Oriental y Esmirna a Grecia, y Rodas y el Dodecaneso pasaron a Italia. Se creó la República de Armenia, y se estableció una gran autonomía al Kurdistán. Además, el Imperio perdió todas sus posesiones árabes.
La autonomía kurda no se materializó, realmente, a causa del Tratado de Lausana, que terminó con la guerra greco-turca de 1921-1922. Grecia fue derrotada por Atartük, que había terminado con el poder de los sultanes y fundado la moderna Turquía, y además de las consecuencias para los griegos, el Kurdistán perdió la concesión otorgada en el tratado anterior.
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